Un poco de historia


Desde 1889 hasta la crisis producida por la guerra de 1914, se afirmaron principios doctrinarios que hacen a la esencia socialista; como la igualdad absoluta de derechos de mujeres y hombres.

A fines del siglo XIX, surgió en nuestro país el Partido Socialista siendo pionero en la organización de diversas agrupaciones de la clase trabajadora. Desde esta estrategia constructiva, surgió en 1902, el Centro Socialista Femenino (CSF) destacándose en él las figuras de Fenia, Adela y Mariana Chertkoff, promoviendo los derechos de las mujeres y los niños, orientando también su labor al  campo de la pedagogía. 

El CSF tuvo una gran actuación en la lucha por los derechos de las obreras, impulsando el divorcio y la educación laica con la creación de establecimientos de enseñanza paralelos a la educación formal.  

El Centro impulsó la primera ley de trabajo femenino e infantil. Una socialista de origen francés, Gabriela Lapetrière de Coni fue artífice del proyecto de protección de las mujeres trabajadoras y de los niños, cuya sanción se debió a la iniciativa de Alfredo Palacios en 1907. Se planteaba ya en esa época la necesidad de reforzar los ingresos de las familias proletarias con asignaciones que permitieran un digno sostenimiento (estas demandas fueron recepcionadas durante el Estado de Bienestar). El CSF fue uno de los  propulsores del Primer Congreso Femenino de mujeres universitarias en 1910. 

Otro grupo de mujeres socialistas fue Unión y Labor, surgido hacia 1907 para dar vida a la Casa del Niño, a fin de auxiliar a la infancia con problemas. Una de las figuras regentes fue Sara Justo, la hermana de Juan B. Justo. 

En la ciudad de La Plata, Justa Burgos Meyer fue miembro titular del secretariado local del partido en 1904. En la misma línea, la Unión Gremial de Trabajadores (UGT) crea la Unión Gremial Femenina. 

En diversos lugares del interior, la adhesión de grupos femeninos fue muy atrayente debido a la labor pedagógica y la prédica por la igualación de derechos que realizaba el PS. Así, surgían por doquier asociaciones femeninas identificadas con los principios socialistas, y debe decirse que no fueron pocas las veces en que feminismo fue sinónimo de socialismo.

Hacia 1913, Fenia Chertkoff y otras adherentes socialistas dieron vida a la Asociación Biblioteca y Recreos Infantiles que perduró hasta poco después de 1930, destinada a completar la tarea educativa de la escuela pública. 

Las organizaciones impulsadas por Alicia Moreau tuvieron centralmente que ver con la lucha por el sufragio. Junto a Enrique del Valle Iberlucea, estuvo al frente de la Revista Humanidad Nueva, ligada a la acción del Ateneo Popular, cuyo objetivo era elevar intelectualmente a la clase obrera. 

Obteniendo su título de médica en 1914, Alicia, se prodigó en acciones para mejorar los derechos de las mujeres y de los niños, destacándose su presencia en la creación de la Liga de los Derechos del Niño, en 1911. Fue una pieza fundamental en la creación de la Unión Feminista Nacional. En 1919 fundó el Comité Pro Derecho del Sufragio Femenino, de gran significado durante la década de 1920. 

Otra importante publicación, que reunió a un extenso grupo de feministas en buena medida adherentes al partido socialista fue Nuestra Causa, de inicios de la década de 1920. 

Enrique del Valle Iberlucea, no dejó de alentar la igualdad entre los sexos abogando por la modificación del Código Civil y del Código Penal, incluyendo nuevas causales para el aborto voluntario, cuestión que apenas ingresaba a la agenda de los liberales.

Del Valle Iberlucea defendió la mejoría de la condición de las mujeres obreras, a quienes veía como las más explotadas junto con los niños. Para reglamentar esa forma de contrato presentó iniciativas desde su banca en el Senado en 1913 y 1915, que fueron la base de la ley sancionada en 1918. En ese mismo año presentó el proyecto de igualación jurídica que revocaba la norma del Código, y también otro proyecto sobre divorcio vincular que contenía aspectos muy amplios.

Alfredo Palacios representó con mucha convicción la lucha por el mejoramiento de la condición de las mujeres. Fue el autor de la primera ley de protección de trabajo femenino y se le deben iniciativas de reforma del Código Civil para igualar la condición de las mujeres presentadas en 1907, 1913 y 1915.  

Mario Bunge presentó como senador, una iniciativa por el derecho del sufragio en 1922.

Fernando de Andréis fue promotor del voto de las mujeres. Pero quien se destacaría por la insistencia en los derechos políticos fue Silvio Ruggeri. 

Otro aspecto singular de esos años fue la inclusión por parte del Partido Socialista de la primera mujer entre sus candidatos: Alcira Riglos de Berón de Astrada. 

Dentro de este relato histórico no puede soslayarse el rol y la importancia de la figura de Eva Perón y los avances logrados en lo que respecta  a los derechos de la mujer. Participó como una agente de redistribución durante el Estado Benefactor en la Argentina, logró la sanción del sufragio femenino, la igualación jurídica de los hijos “ilegítimos”, presidió el Partido Peronista Femenino en 1949 – Unidades Básicas que realizaban tareas políticas, sociales, educativas y culturales- luego se convertiría en la responsable de la Fundación Eva Perón. Sin perjuicio del empoderamiento de Evita, los hábitos de poder continuaron siendo masculinos. Las socialistas mantuvieron durante el peronismo una tenaz oposición. A su muerte el principal referente del Partido Socialista, Nicolás Repetto escribió: “…La vida de la mujer hoy desaparecida constituye a nuestro juicio, un ejemplo poco común en la historia…”, “…el mayor aporte debe ser acreditado en la cuenta de la señora, que se mezcló a las masas para predicar con tesón inquebrantable las excepcionales virtudes y capacidades del general. Tomó a su cargo la organización política de las mujeres en un partido propio y supo orientar hacia a  las listas del peronismo a un gran número de las mismas, que se iniciaban recién en el ejercicio del sufragio…”  

En esta época al igual que ahora hubo socialistas que decidieron acompañar el proceso que venía llevando adelante el peronismo. 

Alicia Moreau de Justo, nunca abandonó sus posiciones feministas, y en 1979, ella misma se puso al frente de la Unión de Mujeres Socialistas (UMS). El documento de la asociación sorprende por la osadía de retar a la dictadura, ya que reclamaba la “plena vigencia de los derechos humanos” al mismo tiempo que se animaba a “luchar contra el sistema capitalista, pero también contra el patriarcado que es una de sus consecuencias”. El énfasis estaba puesto en la condición de la mujer trabajadora, pero el propósito era “la emancipación de todas las mujeres”. 

Ahora en el año 2011 nos toca como socialistas asumir el rol de una fuerza de izquierda democrática con el compromiso de acompañar los intereses del pueblo trabajador, contribuyendo a evitar el avance de quienes desean que se retroceda en los logros que se han alcanzado.